Historia

 

Historia

La presencia catalana en el territorio de la República Argentina se nutre con personajes como por, por ejemplo, Felipe Sentenach, Rafael Bofarull y Gerardo Esteve i Llach, de destacado papel en la resistencia frente a las invasiones inglesas al Virreinato del Río de la Plata. También con Domingo Mateu y Juan Larrea, -únicos miembros de la Primera Junta de Gobierno patrio nacidos en territorio español-, Blas Parera, autor de la música del himno nacional argentino, y tantos otros. Y, por supuesto, con aquellos catalanes y catalanas, cuyos nombres no han recogido los libros de historia pero que han contribuido, tal vez sin tener conciencia de ello, a la conformación de su tierra de acogida.

Es así como el 12 de junio de 1886, respondiendo a la iniciativa de una parte de la colectividad catalana residente en Buenos Aires, se fundó el Centre Català (Centro Catalán), con el declarado propósito de “mantener vivo el sentimiento y el espíritu catalán en estas tierras, procurando por todos los medios engrandecer la esfera de acción de los intereses sociales y económicos de las regiones españolas de origen catalán”.

El Centre se proponía como un ámbito propicio para que sus socios pudieran expresarse en su lengua, accedieran a material de lectura y representaciones teatrales en catalán; también, por supuesto, para que dispusieran de un punto de encuentro para socializar y recrearse.

En 1891, gracias a la generosa contribución del matrimonio formado por Lluís Castells, financista catalán, y Elisa Uriburu, hija de un ministro de la Provincia de Buenos Aires, se inauguró en la calle Chacabuco 863 un edificio destinado a alojar la representación diplomática y consular de España, la Cámara de Comercio Hispano-Argentina y,  con carácter de usufructo, las dos entidades catalanas entonces establecidas en la ciudad de Buenos Aires: la Asociación Catalana de Socorros Mutuos Montepío de Montserrat y el Centro Catalán.

En diciembre de 1909, una vez más mediante la intervención del matrimonio Castells-Uriburu, el Centre Català, con el objetivo de ampliar los espacios disponibles del mismo, adqurió el terreno lindero y encaró la construcción de un nuevo edificio. La planta baja aloja actualmente a la biblioteca Pompeu Fabra, la escalera de honor y el restaurant con su cocina y patio posterior, en tanto que la planta alta está ocupada por la sala Àngel Guimerà, locales de servicios y un sector de la sala Pau Casals. La nueva construcción se integró muy naturalmente a la original gracias a la demolición parcial del muro medianero entre ambas.

Hacia el año 1927, en tiempos de la dictadura del general Primo de Rivera, las relaciones entre el Gobierno de España y Catalunya se habían deteriorado. El estado español, que ya había mudado sus dependencias a otra zona de la Ciudad de Buenos Aires, decidió desprenderse de sus derechos de propiedad sobre el edificio, pero se encontró ante la dificultad planteada por el usufructo establecido a favor de las dos entidades catalanas en la donación original de Castells. Finalmente, mediante un acuerdo económico alcanzado tanto con el estado español como con el Montepío de Montserrat, el Centre Català se conviertió en el único propietario de la que hoy es la sede del Casal de Catalunya.

Pero ¿por qué la entidad lleva hoy el nombre de Casal de Catalunya cuando su nombre original era Centre Català? En 1908, un grupo de socios, disconformes con la actitud prescindente del Centre frente a las reivindicaciones catalanistas, se escindió para fundar una nueva entidad y le impuso el nombre de Casal Català. La palabra catalana “casal” tiene más de un significado: pude ser “casa grande” o “entidad de carácter popular que organiza actos culturales, políticos, religiosos o de ocio” y, además, “casa antigua de familia”, o “dinastía”, con lo que la nueva entidad quería seguramente poner énfasis en la identificación con las raíces profundas de la catalanidad.

El Casal Català, además de promocionar la cultura catalana con un carácter más restrictivo que el Centre y, por lo tanto, exclusivamente dedicado a promover la obra de autores, compositores y artistas catalanes, se proponía luchar por el reconocimiento de la personalidad nacional de Catalunya.

Así fue como, en 1922, se creó dentro del Casal Català el Comité Llibertat, que tuvo a su cargo la organización de la campaña periodística para difundir la presencia del futuro presidente de la Generalitat de Catalunya, Francesc Macià, en su accidentada visita a la Argentina de 1928. El compromiso del Casal Català con la causa catalanista se haría aun más evidente en la década del 30, a través de su decidida toma de posición durante la Guerra Civil española.

No obstante, las diferencias expuestas entre el Casal y el Centre, las dificultades financieras surgidas hacia fines de la década del 20, sumadas al sentimiento de agravio que la dictadura de Primo de Rivera había infligido a muchos de los catalanes establecidos en la Argentina, incluidos socios del Centre, determinaron que se iniciaran propuestas de acercamiento institucional entre ambas entidades.

Estas iniciativas empezaron a concretarse con un primer paso -el traslado del Casal al edificio del Centre en 1940- en tanto que la unión definitiva culminó oficialmente el 10 de febrero de 1941, fecha en la que se apruobó la redacción de un nuevo estatuto para compatibilizarlo con las disposiciones de la Inspección General de Justicia. Puesto a votación el nombre de la nueva entidad surgida de la fusión entre las ya mencionadas, se impuso la de Casal de Catalunya, que se mantiene hasta nuestros días.