Quien quiera hoy consultar el mapa que reproduce los límites entre los barrios de la Ciudad de Buenos Aires podrá constatar que el edificio de nuestro Casal se encuentra en el barrio de San Telmo, más específicamente en la calle Chacabuco 863.
También podrá comprobar allí que bastaría alejarse menos de 200 metros de nuestra casa para adentrarse en el barrio de Montserrat, el único dentro de la toponimia de la capital argentina que lleva un nombre catalán.
San Telmo y Montserrat configuran, en conjunto, la sección urbana conocida como casco histórico. Tan imbricados estaban ambos barrios que, hacia finales del siglo XIX, cuando Lluís Castells hizo construir el edificio que ocupa el Casal, San Telmo y Montserrat eran parte de una misma circunscripción comunal y escolar, además de compartir el privilegio de haber sido el escenario en donde comenzó a gestarse la historia argentina.
Hablando de historia, remontémonos hasta el tiempo en que nuestro país aún era colonia española. Hay registros de que, en 1750, un catalán aquí establecido, que se llamaba Joan Pere Serra, mandó construir un pequeño templo bajo la advocación de la Virgen de Montserrat, patrona de su patria de origen.
A lo largo de los años, el templo se convirtió en el núcleo de un barrio que congregó a una parte importante de la inmigración catalana en Buenos Aires. Estos inmigrantes llegaban a menudo con un capital que les permitía establecerse como comerciantes, tenderos al por menor, e incluso como importadores y exportadores, según los contactos que hubieran conservado con su patria de origen y aquellos logrados en la de acogida.
Eran frecuentes los matrimonios dentro de la comunidad catalana de Buenos Aires, y, además, los concertados entre muchachas que pertenecían a la misma y hombres llegados de Catalunya y que usaban la dote aportada por la novia como capital a invertir en sus negocios americanos.
Esta cultura de alianzas matrimoniales dentro de la comunidad favoreció que el barrio de Montserrat, y su zona de influencia en San Telmo, se convirtieran parcialmente en territorios catalano-parlante, condición que se fue perdiendo a medida que las élites comerciales catalanas comenzaron a unirse en matrimonio con las agrícola-ganaderas de origen vasco y castellano.
Una acotación final: tal como se explica en la sección “Historia” de esta página web, el Casal de Catalunya de Buenos Aires surgió como resultado de la fusión entre el Centro Catalán y el Casal Català. Esta entidad, a diferencia del Centro, pasó por muchas sedes, -nunca propias, siempre alquiladas-, como por ejemplo las de las calles Salta 935 y San Juan 782 (ambas en San Telmo) y, durante la década de esplendor de 1920, la de la céntrica calle Florida.
Si querés contactarte con nosotros: info@casal.org.ar
Chacabuco 863, C1069AAR CABA, Argentina